Eduardo Colombo, el locutor del optimismo

17.11.07 |


En Nacional, desde hace tres años, apuesta a la continuidad de un estilo que impuso con gran éxito gracias a El gallo loco

A los 66 años, Eduardo Colombo tiene una de las voces más reconocibles de la radio y la televisión. En sus 41 años de profesión, acredita una destacada labor como locutor en diferentes ciclos deportivos, la conducción durante 13 años de El gallo loco, en las madrugadas de Rivadavia, donde impuso su voz potente y su estilo "bien arriba" y una impronta humorística con la que consiguió una impresionante audiencia. Desde hace más de tres años, Colombo anima la primera mañana de Radio Nacional (AM 870). Y con la nueva dirección de Eduardo García Caffi, en esta emisora lidera de lunes a viernes, de 6 a 9, Sin despertador , donde la actualidad se sigue con una mirada que apuesta al humor, a la música y al optimismo.


En TV fue la voz de cabina de Canal 11 desde la década del 60 y hoy es una de las reconocidas voces en off de Telefé, con un tono que marca el estilo de las promociones de la emisora. Contagia energía y entusiasmo a partir de su frase preferida: "Siento orgullo de ser locutor". -¿Cómo definiría su estilo? -Yo soy un locutor vendedor, que devino en animador con una idea: terminemos con la pálida. No le escapamos a la realidad; sabemos que está; la mostramos como cualquier informativo, pero le ponemos un mensaje de optimismo: "Hoy puede ser un gran día. ¡Arriba! De vos depende".


La idea es la sonrisa, la alegría Sin comer vidrio, por supuesto, tratando la noticia como corresponde, pero la idea es lograr la animación de un despertar alegre y esperanzador para la jornada que comienza. Esa fue la idea original de mi programa. Cuando planteé El gallo loco , en Rivadavia, de 5 a 7, me preguntaron quién me iba a escuchar.

Y yo decía que quería hacer un programa para ese laburante sufrido que se levanta y se toma dos colectivos y un tren para llegar a su lugar de trabajo y que encuentra en la radio un bálsamo. -Y ahora esta fórmula se acentuó un poco más... -Estamos en un horario mucho más central, más competitivo. Antes, de 5 a 7, y ahora, de 6 a 9. Todo nace el día en que "me fueron" de Rivadavia, algo que me dolió muchísimo porque le di 18 años de mi vida a esa emisora. Esto fue en 2003, cuando no sólo me tuve que ir yo, sino también Héctor Larrea, Nancy Pazos, Luis Garibotti. Y luego surgió la oportunidad que me ofreció la Secretaría de Medios, la posibilidad de poder trabajar en Radio Nacional. La gente me decía si iba a trabajar a la radio del Gobierno y yo sigo sosteniendo que Nacional, salvo algunos gobiernos que no la entendieron, es la radio de todos. Lo primero que le pedí a Mona Moncalvillo fue libertad de trabajo; ella me dio la chance de hacer lo que quisiera, y nunca tuve ningún inconveniente.


La misma libertad que tuve en Rivadavia, la tengo en Nacional. Cuando se hace cargo Eduardo García Caffi, me convoca para este nuevo horario. Me dijo que quería mi estilo, mi programa, arriba, a esa hora. "Idealo, armalo", me pidió. Y le pusimos Sin despertador , porque no te hace falta, si yo te despierto con alegría y con el mensaje optimista que le pusimos siempre al programa. Esa es la idea básica del armado. Se trata de recuperar la actitud positiva, de no encerrarnos, con la esencia de aquella radio que en algún momento tuvo Rivadavia, con mi querido Cacho Fontana, con Rapidísimo, de Larrea.


La radio del campo, esa que trataba con autoridad la actualidad, pero también dejaba lugar para otros temas. -¿Cómo se siente en el horario más escuchado de la radio, en el que están los grandes conductores? -Ellos no son competencia para mí ni yo para ellos. Lo nuestro es totalmente diferente. Salimos con una alternativa más alegre, con humor y música. El programa tiene cortinas musicales durante todo su transcurso. Después, sí, con los columnistas que tiene el programa, tratamos la actualidad profundamente, pero teniendo en cuenta siempre que un medio de comunicación tiene que informar, educar, pero también entretener. Están todas las voces, todas. Si no entendemos algo, está el protagonista para explicarlo. -¿Y la experiencia de El gallo loco ? -El ciclo duró de 1992 a 2003. Nosotros tuvimos en 1994, 1995 y 1996 un primer puesto impresionante. Hubo un momento en que los amigos de la competencia, los gerentes comerciales o de contenido de las otras radios, en cada lugar que nos encontrábamos, me decían: "¡Cómo te escuchan!". Las mediciones del 94 marcaban el 48 por ciento del share de encendido. Y se escuchaba en cualquier lugar del país. Lo importante es que todavía me dicen "Gallo Loco". Y lo que más me enorgullece es haber trabajado siempre como locutor. Mi labor es la del locutor comercial. Vendo al estilo Fontana.


La idea es que mi voz sea vendedora, como si golpeara la puerta de tu casa y te ofreciera algo. -¿Cómo observa la tarea del locutor en la actualidad? -Alguien cajoneó en el Senado la ley de locutor y nunca salió. Después, en la época del menemismo, se desreguló todo. Casi perdemos el carnet y tuvimos que salir a defenderlo, ya que cualquiera podía ejercer la profesión. Una locura total. La profesión fue perdiendo. Ahora, en vez de conducir un locutor, hay figuras que vienen de otros ámbitos. Hoy, la radio es un éxito total. Todo el mundo escucha radio en todos los horarios. El hecho paradójico es que mientras la radio crece como medio, queda afuera el hombre que le dio popularidad y estilo, porque las radios se hicieron con locutores y locutoras: Silvio Soldán, Juan Alberto Badía, Julio Lagos, Nora Perlé, Betty Elizalde y los maestros Larrea y Fontana.